“¿A quién demonios puedo convencer en la racional, comercial, muy instituida Capital Federal de que publique esto? Para eso hubiese sido necesario que mi padre hubiera escrito un libro más... No se me ocurre el adjetivo: no es ni siquiera ‘comercial’, ‘legible’, ‘vendible’.
Dejo de leer por un instante, miro el campo verde, alguna vaca perdida (constatación: hoy se ven desde una ventanilla de ómnibus menos vacas que antaño), y me empiezo a reír. Mi padre y yo somos, digamos, bastante buenos en lo que hacemos: poemas, impresos, notas, cuentos, traducciones. Pero no somos demasiado buenos vendedores de algo cuyo costo no dependa tanto del trabajo aplicado como de cierto perfil, cierta ‘imagen’, algún gancho potable al menos para la imaginación, si no para la razón, de gente como los editores. (...)
Lanzado a una velocidad bastante fija sobre la autopista, no soy sólo yo quien viaja, ni tampoco yo y mis circunstancias, sino yo y un original, el último libro de mi padre, rumbo a lo desconocido.”
Elvio Gandolfo
Extracto de “Filial”, publicado originalmente en Cuando Lidia vivía se quería morir (Perfil, 1998) y actualmente en Cuentos argentinos (una antología) (Siruela, 2004).
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